jueves, 5 de mayo de 2016

San José y la luz


La luz tiene un poderoso poder de atracción. Hoy ya no hay lumbres en las casas como antes. Uno se podía pasar horas mirando al fuego, y mientras lo hacía, encontraba la luz para su vida. Hoy solo miramos la televisión y hemos perdido esa capacidad para buscar la luz por nosotros mismos.

Nuestra vida está en conflicto constante. Cuando nos pasa algo nos parece que solo nos pasa a nosotros. Las discusiones, los problemas en el trabajo, los desencuentros en el matrimonio, los conflictos sociales…

No hay nada nuevo bajo el sol. El libro de los Hechos nos habla de un conflicto que tuvieron los primeros cristianos y los apóstoles. Hoy nos puede parecer que discutían por una tontería. Pero para ellos era algo muy importante. El problema era que muchos nuevos cristianos no eran judíos, sino que venían del ámbito pagano. Ni conocían, ni querían guardar las leyes y costumbres del judaísmo Los apóstoles eran judíos y seguían las costumbres judías. Así que llegó el conflicto. Lo resolvieron hablando en el primer concilio de la Iglesia, el de Jerusalén. El Libro de los hechos, nos dice que dieron con la solución entre todos, pero abrieron sus mentes a la luz del Espíritu Santo.

El conflicto más grande que tuvo san José acabaría con los nervios de cualquier persona de hoy. Cuando se enteró que su mujer estaba encinta y él no era el padre, encontró la luz en los sueños. Y se fió de lo que había descubierto.

Nosotros también necesitamos luz. Estamos tan encerrados en nuestra propia carne, que somos incapaces de buscar luz fuera de nosotros. El poder de la oración, de la vida interior es el descubrimiento de la luz que guía nuestros pasos. El que tiene ese poder descubre las banalidades por las que discutimos, los egoísmos que sostienen nuestros planteamientos. Un mundo tan frenético como el nuestro no deja espacio para encontrar la luz. Por eso estamos perdidos en mil oscuridades. Por eso somos tan infelices.


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